Las iglesias reabrieron con un estricto protocolo que contempla el uso de tapaboca obligatorio y en la puerta de entrada debe permanecer una persona que supervise el número de asistentes.

Con un máximo de diez personas y horario restringido volvieron a abrir hoy las iglesias de todos los cultos para rezos individuales en la ciudad de Buenos Aires en la nueva fase de la cuarentena, donde tanto los fieles como los párrocos destacaron que la virtualidad «no reemplaza» el encuentro en las celebraciones religiosas.

Las iglesias reabrieron con un estricto protocolo que contempla el uso de tapaboca obligatorio y en la puerta de entrada debe permanecer una persona que supervise el número de asistentes.

«Por protocolo sólo podemos dejar entrar a un grupo reducido de personas pero todavía está tranquilo, se acerca la gente esporádicamente», contó a Télam el párroco Juan Francisco Garheis, de la iglesia San Cayetano del barrio de Belgrano, ubicada en Vidal 1745, que abre de 10 a 12 y de 17 a 19.

«Les recordamos a los fieles que tengan todas las medidas de seguridad pero queremos estar disponibles, la gente necesita en estos momentos de Dios. Hay que cuidar la cabeza, no es fácil el aislamiento, genera mucha angustia», reconoció el religioso.

«No podemos hacer misas así que las damos por YouTube y Facebook y se sumó más gente de la que venía a la parroquia», aseguró y agregó que también mantuvieron «contacto individual visitando enfermos o bendiciendo casas, siempre respetando la cuarentena».

Alejandro, un jubilado de 68 años, contó que va habitualmente a la parroquia porque es muy creyente: «Cuando está abierta como hoy, entro a agradecer, sino en estas semanas pasadas que estuvo cerrada pasé por la puerta y me persignaba», relató.

«La verdad que lo peor de la pandemia es no poder ver a mi familia. Tengo mi madre de 92 años y mi nieta de 2 y no puedo ver a ninguna», dijo el hombre, que llevaba un paquete de fideos para donar para el comedor de la parroquia.

Amanda, otra vecina del barrio que se acercó con un rosario de madera en su mano y rezó frente a la Virgen apoyando su mano sobre la estatua, aseguró que «es necesario venir, no es lo mismo verlo por internet».

«Voy a empezar a venir ahora que se habilitó porque nada reemplaza estar en la iglesia», remarcó.

En la parroquia Inmaculada Concepción, conocida en el barrio como «La Redonda de Belgrano», ubicada en Pastor Obligado al 2042, los horarios son de 9 a 12 y de 15 a 18.

El cura Martín Durán estuvo casi las tres horas de la mañana recibiendo a los fieles en el confesionario, donde colocaron una mampara de plástico y pusieron un cartel donde recordaban «no sacarse el tapabocas y usar alcohol en gel».

«No sólo teníamos ganas de abrir sino también darle escucha a toda la gente que está muy dañada psicológicamente, con mucha carga emocional», aseguró el sacerdote y agregó: «Dar la misa por internet tiene algo de artificial, la hago para ayudar a las personas a sostenerse pero es irremplazable el contacto físico, el estar, el sentir».

La cantidad de asistentes a la iglesia se mantuvo constante durante la mañana, donde todos concurrieron con barbijos y hasta algunos con máscaras y guantes de latex.

Roxana, que tiene una óptica cerca de la iglesia, dijo que «está bueno que abran las puertas porque acá no te vas a contagiar».

«Vengo a agradecer estar bien en medio de todo este desastre. Como soy esencial pude seguir trabajando aunque bajaron mucho las ventas», afirmó.

En la puerta de la parroquia Tobías, un seminarista, recibía a la gente con un alcohol en gel en la mano y les daba la bienvenida con una sonrisa y sus anteojos empañados por el uso del barbijo.

«Por ahora está tranquilo, la gente está respetando las distancias. Muchos vienen hasta la puerta y luego se van. Es reconfortante para ellos volver a venir», aseguró el joven.

Federico Pugliese, director general de Entidades y Cultos de la Ciudad de Buenos Aires, aseguró estar «convencido» de que «en estos momentos la dimensión espiritual es fundamental para muchos vecinos y vecinas».

«Por eso, se habilita el ingreso a los templos, para que los fieles puedan tener un momento de oración individual siempre guardando la distancia de seguridad y tomando los recaudos según el protocolo», destacó. «Con las distintas comunidades de fe que conviven en la Ciudad venimos buscando juntos desde el comienzo las mejores vías para transitar un camino de apertura gradual y responsable», aseguró Pugliese.

Si bien las iglesias católicas abrieron, otras congregaciones decidieron permanecer cerradas, aunque tenían permitida la apertura.

«En nuestra congregación decidimos no abrir el espacio. Hablamos con médicos e infectólogos de la comunidad y creemos que no sería responsable dejar a criterio de la gente el cuidado en este momento. Buscamos evitar los contagios», dijo a Télam Martin Maslo, presidente de la comunidad Betel, que aclaró que «continuamos dando asistencia espiritual de forma individual a quien lo necesita de manera telefónica o en acercamientos muy puntuales respetando la cuarentena».

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